Este año fue notoria la sequía de ideas en el Foro Económico Mundial en la necrópolis de Davos por la teología neoliberal que vive la primera etapa (negación) del «síndrome de estrés postraumático», antes de ingresar a otra fase de la doble depresión (psiquiátrica y económica).

Con la esperada excepción de los guetos teológicos Friedmanites (los itamitas en México, controlados por las Salinas fracasaron, Zedillo, aspianos y ahora calderonistas) concluyeron el paradigma pernicioso del thatcherismo y su caricatura estadounidense con su monstruosidad teratológica tropical: el consenso neoliberal Decálogo (sic) de washington.

Mientras que los pensadores lúcidos y los samaritanos en el mundo se están lanzando sobre sí mismos para reconstruir un mundo más viable y sostenible, debemos vivir la inevitable prueba de la «globalización»: un término acuñado y hecho libro Bajo escrutinio, que comienza a utilizarse en La ciudad, la capital devastada de la desregulada globalización financiera.

Aborda la «globalización» sin disculpas, que significa (en su opinión) y por qué Gran Bretaña, la cuna del libre-cambismo y el neoliberalismo, «debería tener miedo» (The Independent, 31/1 / 09). Lo que no temerá a Gran Bretaña, un grupo de poco más de 200 mil kilómetros cuadrados (una décima parte de México), que dominó el planeta y vivió de forma parasitaria gracias a la triple tributación conjunta (colonial, militar y financiera) de su capitalismo radical. ¿Que está subsumido en el neoliberalismo global desregulado?

La «globalización» es mucho más profunda y extensa (no dimensionalmente mercantilista) como explayamos en nuestro libro (Hacia la desglobalización, Editorial Jorale, 2007), ese reduccionismo operado por Sean O’Grady y comprimido a un vulgar «proteccionismo».

El neoproteccionismo con el que ha comenzado a amenazar al Congreso de los Estados Unidos (Buy American: Buy American en todo) tiene al primer británico británico insomne ​​Gordon Brown, quien acaba de deslizar un resbalón freudiano Freudian (The Times, 4/2/09) para admitir que su país es Entrando en el «infierno» económico «depresión» (ahora es mejor hacer la distinción etimológica con su psiquiátrico similar).